Villa Saboya (Le Corbusier; Poissy, 1929)
La villa Savoie es una vivienda de lujo, situada a unos 30 kilómetros de París (concretamente en Poissy), en un lugar que ofrece muy pocas sugerencias de perspectiva ir pocos vínculos funcionales; un amplio bravo, ligeramente convexo, circundado por tupidos bosques. Así, la casa nace casi sin solicitaciones contingentes y puede llegar a convertirse en la fiel representación de un concepto abstracto, como la rotonda de Palladio.
El edificio no se mezcla con el ambiente natural, sino que se coloca en su centro sin modificarlo, resumiendo las características del paisaje simétrico con su forma igualmente simétrica: es un paralepípedo de base cuadrada, sostenido por pilotis, con cuatro fachadas iguales vueltas hacia los cuatro puntos cardinales: "La hierba es algo muy bello, y también el bosque; se modificarán pues, lo menos posible y la casa se colocara sobre la hierba como un objeto, sin estropear nada".
La relación entre casa y terreno es, pues esencialmente contemplativa; dado que la vista es uniforme en cualquier dirección, el ambiente natural puede identificarse con el ambiente cósmico y, de hecho, el único principio de asimetría, introducido a priori en la composición, es el camino del sol, que regula en el interior a disposición de los ambientes habitables.
Le Corbusier, después de establecer esta montura, se las ingenia para distribuir racionalmente en su interior todos los elementos funcionales. Por medio de una rampa de suave pendiente que sube de la planta baja al jardín suspendido y de ahí al solarium, consigue la continuidad entre los tres pisos: "Se trata de un paseo arquitectónico, ofrece continuamente a aspectos variados, inesperados, a veces sorprendentes. Es interesante obtener tanta diversidad cuando se ha admitido, por ejemplo, como sistema constructivo, una malla absolutamente vigorosa de pilares y vigas".
Resulta muy instructivo comparar las sucesivas reformas del proyecto de Villa Saboya, la malla estructural, las referencias a la orientación, el diseño de las fachadas y el programa funcional son los mismos, mientras que las soluciones distributivas y los episodios del paseo arquitectónico son muy distintos y podrían, quizás, variar todavía más, ya que la distinción entre los aspectos invariables y los variables es muy clara.
La ejecución no está a la altura de la concepción, como sucede a menudo, durante aquel período, en Le Corbusier, y los defectos técnicos estropean el efecto arquitectónico introduciendo un amplio margen entre imagen y realidad. El edificio estuvo abandonado durante mucho tiempo (quedó abandonada en 1940 cuando sus habitantes huyeron por la invasión Nazi) y estos puntos débiles, al no estar encubiertos por la decoración, salieron inexorablemente a la luz y el visitante tenía la impresión de encontrarse en el escenario de un teatro, donde se ven los apeas y bastidores de la escena. Afortunadamente la Villa se recuperó.
Villa Saboya abandonada. La imagen procedente del libro de historia de la arquitectura moderna de Leonardo Benévolo, nos muestra la Villa abandonada, en la imagen se observa una persona que limpia la entrada de la casa y al fondo una persona recolectando lechugas. Era realmente triste ver en estas condiciones uno de los edificios más influyentes de la arquitectura moderna.
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